Estupideces que no debe cometer en Nochevieja

La última noche del año suele reservarse para el festejo con conocidos, con la familia política o incluso en buena compañía. La intimidad  familiar de la Nochebuena deja paso al jolgorio en un ambiente  variopinto, con el que celebramos la llegada del nuevo ejercicio fiscal, que en esta ocasión se presenta entretenidísimo, a tenor de lo  anunciado por el gobierno para 2013. La Nochevieja se inventó para cometer todo tipo de excesos, no estupideces. Los primeros se curan con sopa de ajo y una tortilla de paracetamol; las otras, en cambio, dejan secuelas dolorosas. Sin ánimo de ser  exhaustivo, aquí señalo algunos de los errores más graves que ninguna  persona decente debería cometer en tan señalada fecha.

Quedar con el cuñado progre para tomar algo por la tarde

¿Es usted idiota? Su cuñado no va a pagar ninguna  ronda (los progres no tienen carné de conducir ni pagan en los bares), y en cambio va a dedicar íntegramente el escaso tiempo que consiga  mantener la boca vacía en denigrarle a cuenta de la crisis que ustedes,  los capitalistas, han provocado, a pesar de los meritorios esfuerzos de  rojos como él mismo y ZP. Si usted además es funcionario tendrá que  aguantar esta mofa: «¡Los tuyos te han dejado sin paga extra!», algo que no necesita que nadie le recuerde, y menos un imbécil con galones como  el cretino de su cuñado, que encima está enchufado en una empresa  pública casi tan prescindible como él.

Irse a cenar fuera

Estamos en crisis, así que olvídese de la cena con  música en directo, cotillón, uvas de la suerte, vino espumoso y  chocolate con churros de madrugada en la sala de fiestas o el hotel más  populoso de la zona. La comida suele ser infecta, la música horrísona,  la gente muy impertinente cuando se emborracha y el gasto demasiado  elevado, si se añade el coste de la canguro para que se quede con los  niños. Mejor elegir una casa familiar, a poder ser ajena, como hace su  cuñado.

Cocinar usted mismo

Salvo que lo haya hecho en repetidas ocasiones, saldadas con un éxito  al menos moderado, deseche la posibilidad de convertirse en el  protagonista culinario de la noche. No importa que vea a diario la  sección de cocina del programa de Mariló en TVE o que sea un fan  declarado de Alberto Chicote y sus broncas en las cocinas de los restaurantes guarros. Una cena de Nochevieja  tiene que ser especial, así que, a menos que esté convencido de que  todos los platos van a rozar la perfección, deje al equipo culinario  habitual, comandado por su suegra, que se encargue de la pitanza. Piense que el idiota de su cuñado (el mismo) está deseando que la pifie con el pudding de bacalao para pasarse la noche haciendo chistes, y no resulta elegante matar a sillazos a un familiar en esas circunstancias.

Quedar para jugar al pádel al día siguiente

Aparte de que esa absurda modalidad deportiva no existiría en un universo debidamente estructurado, es una completa idiotez quedar con algún amigo para jugar un partido el día de Año Nuevo. Las  instalaciones estarán cerradas, pero es que, aunque estuvieran abiertas, usted con toda seguridad no se presentaría a causa de la resaca. En el  caso de que se esa mañana se sienta heroico y acuda puntual con sus  mallas deportivas, su muñequera con la imagen de Mourinho y su cinta  para el pelo, los que no van a hacer acto de presencia serán los otros  tres contendientes, así que no haga el ridículo y deje el pádel para  cuando esté bien entrada la primavera. De ahí hacia delante.

Disputar el mando de la tele al suegro

La tercera edad es la titular de los derechos televisivos cuando se  está en familia, no en vano es el sector poblacional que dedica más  horas y esfuerzo a seguir la actualidad de las distintas parrillas  televisivas. Unas personas humanas capaces de entusiasmarse varios años  seguidos viendo a Ramón García retransmitir las  campanadas se han ganado el derecho de gestionar la programación de la  Nochevieja con carácter vitalicio. A su suegra le gusta Raphael y a su suegro las bailarinas de David Bisbal, dos espectáculos que esa noche replican todas las cadenas y que sólo  personas muy avezadas en el manejo del control remoto pueden localizar  en el momento exacto en el que aparecen en cada canal. Haga feliz a su  suegro y cédale el mando a distancia si están celebrando la Nochevieja  en su casa. La cara de su cuñado progre cuando el viejo se niegue por  cuarta vez a poner La Sexta será una compensación más que suficiente. El próximo lunes no intente ser original. Vete a su cuñado en los  prolegómenos festivos, olvídese de hacer ejercicio, aléjese de la cocina y celebre la pericia de su suegro apretando compulsivamente los botones del mando a distancia.

Feliz Nochevieja y que el año que llega nos sea  leve.

 

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